jueves, 3 de noviembre de 2011

Desarraigadita y sola en este mundo, mundo cruel ( I )

A three-chord symphony crashes into space
The moon is hanging upside down



Al final, acabo dando siempre vueltas a las mismas cosas. No creo que un psicoanalista freudiano le diera para una tesina conmigo ( claro que hay que ser muy tonto para ser psicoanalista y, encima, freudiano: Merecido se lo tiene) y son, a saber: La soledad y la sensación de desarraigo, la traición y la aliteración ( de la traición, se entiende), la falta de fe y de moral. Descubrir cualquiera de los anteriores defectos en uno mismo. 

La niñez es un lugar cálido en el que cobijarse cuando vienen mal dadas, pero si la niñez es la representación del esperpento y, aún así, te cobija, malo. 

A mi, lo que me produce sensación de protección es un lugar que ya no existe y no las personas que pululaban  en él. Pero de eso ya habló Machado y, macho, no puedo con él. Me fascina la capacidad del ser humano de rebelarse como un catalizador de mal y, en un abracadabra espeluznante, acabar eructando florecillas del campo, pompas de colores y caballitos ponies. Pero no equivocarse, una reacción química o es exógena o es endógena. Y sino sale pa' fuera, te lo comes. 

Una de las primeras señales de que voy a estar enferma es la fantosmia. La fantosmia es un problema, neurólogico la mayor parte de las veces, que produce que se huelan cosas que no están allí. Es como vivir  en una permanente magdalena Proustiana, pero en mal. Un quítame allá esas pajas olfativo y literal. El mundo, queridos míos, apesta en sus muchas acepciones, y las armas de fuego son brillantes y pesadas en la mano y de ellas surge un delicioso olor a aceite de engrasar, a garaje antiguo y a venganza. Y, si te concentras lo suficiente, puedes percibir el olor nauseabundo y metálico de montones de sangre en cualquier superficie porosa de esas que no toleran el Scott Brite. Yo no puedo estar sin él.  Mucha sangre e ironía, que no se nos olvide ( y si lo has olido alguna vez, no se te olvida, créeme).

Pero no quería hablar de eso, porque los monstruos no huelen a nada malo, al fin y al cabo, suelen venir envueltos en olores familiares que nos rodean cada día y que, seguro, puedes percibir en cualquier cocina. Yo siempre he sido de Álvarez Gómez, que le voy a hacer. Aunque hoy no aguante ni ese olor ni otro. Ni el mío  propio ni, mucho menos, el de ninguna magdalena.  

5 comentarios:

  1. "las armas de fuego son brillantes y pesadas en la mano y de ellas surge un delicioso olor a aceite de engrasar, a garaje antiguo y a venganza".

    Esta frase combina, además, con el color (y el olor) de tu blog; vamos, que es un complemento perfecto, con huellas de barro por la casa de parket viejo y en la empuñadura de la pistola.

    Y sí, hay que se un imbécil para seguir siendo psicoanalista "prusiano" en estos tiempos, vayan a donde vayan, si es que van a alguna parte.

    Te leo

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  2. ¿ Crees que mi blog huele como ni Colt del 45?

    Espeluznante. Y halagador a partes iguales. Bievenido :)

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  3. ¿La falta de fe? ¿De cual? ¿En que?
    ¿La falta de moral? ¿La de los demás?
    ¿Es esto acaso un defecto?
    Viejas reglas para personas distintas y un nuevo mundo.

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  4. Huele?
    Quiza le llamo intuición,pero me toco la nariz cuando hablo de ella.
    Yo leo el cuerpo de la gente,sus movimientos.
    Como mirar cuadros.Son cuadros que expresan algo.Miro a la gente cuando no me miran,en los bares hasta la dibujo.En las salas de espera inmagino que rsponderan si les digo hola.Juego a intuir..o es el olfato?..huelo gente?..me toco la nariz cuando hablo de intuir a alguien...intuir no "quien es" (por que no existimos,solo existen las cosas que hacemos,y son imprevisibles siempre...y si son previsibles eso mismo es imprevisible)... sino que pasará ahora,que hace ahora mismo.Huelo gente.Fantasmaqué?.Seras vidente?.

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